26 de noviembre de 2010

ludópatas

Leí hace unos quince años a James Petras, hablando de que la bolsa es un casino, pero estoy convencida de que el sistema financiero ahora se comporta como un ludópata: intenta convencer a todo el mundo de que ganar dinero, cuanto más mejor, es un valor ético. Están convenciendo a todo el mundo de que ahorrar es lo mismo que invertir, en lo que sea, con tal de maximizar beneficio. Sin mirar a dónde va el dinero, y en qué se invierte. Es más, estoy convencida de que mucha gente ya sabe en qué están invirtiendo su dinero: incluidas las armas y el blanqueo de dinero procedente del tráfico de personas y de drogas. Porque el sistema financiero no colabora con el blanqueo mundial de capitales por filantropía, colabora por interés. Y que prefiere no preguntar, para no saber, y no sentirse mal.

El otro día oí a un economista explicando que cuando se habla del ataque de los mercados no es que haya una intencionalidad moral de cargarse la economía de un país, sino que los mecanismos del mercado, con el aumento de las primas de riesgo y por tanto de los intereses de la deuda de los países débiles, están haciendo que los gestores de los fondos, cuya "obligación" es maximizar el beneficio de los mismos, de forma "natural" se ven abocados a adquirir esos productos "más rentables". Por eso digo que se están comportando como ludópatas que chupan el ahorro de la gente para luego usarlo alimentando el mercado de la deuda. 

En otro tiempo el estado regulaba el mundo económico impidiendo la proliferación de notarios, registradores mercantiles, farmacias, estancos, etc. Impidiendo su proliferación impedía que la competencia entre ellos chupara recursos de la sociedad. En cambio, ahora permite la proliferación salvaje de intermediarios financieros que se pasan el tiempo ideando formas de "trabajar", y como la economía real no requiere de tanto intermediario financiero, hace tiempo que la mayoría se está dedicando al mercado secundario y a productos derivados: en suma, al humo. Y no dejan de detraer recursos a la sociedad en su conjunto para desviarlos hacia esos productos. 

Hasta tal punto han corrompido ya al tejido empresarial, que éste ya se ha apuntado masivamente al mercado de la esclavitud: cada vez menos gente fabrica en España, sino que adquiere o fabrica en China y luego vende en España. Cosa que no puede acabar bien, porque la gran mayoría de la gente sólo puede gastar dinero si previamente lo ha ganado con su trabajo, y si cierras las fábricas, a la gente que trabajaba en las fábricas ¿dónde la metes? ¿De dónde van a sacar el dinero para gastar? Peor aún, ¿de dónde van a sacar el dinero para comer? Eso, a la patronal empresarial de momento aún no le preocupa, porque sus vacas particulares, es decir, la gente a la que puede ordeñar comprándoles, aún tiene para rato.

Los que aún trabajamos y vivimos de nuestro trabajo no somos más que vacas a las que ordeñan, peleándose por llegar antes al establo, porque tenemos recursos limitados. Y su principal objetivo es seducirnos, y ante todo, "educarnos". Educarnos en el valor del consumo, en que sólo a través del consumo se obtiene la felicidad.

9 de noviembre de 2010

España: paraíso de estafadores

Hoy me he encontrado con una noticia en notepares.com: Sólo tres países europeos aventajan a España en poner trabas a la hora de crear una empresa: Grecia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo. ¿Cuáles son las implicaciones reales?

Primero.- Quienes se forran son los bancos como facilitadores de financiación: porque se demora hasta ad infinitum el tiempo en que el dinero está prestado, pero no se puede iniciar la actividad que luego va a generar los ingresos para devolver préstamos y empezar a ganar dinero.

Segundo.- Que quienes fracasan al primer intento, si no son ricos y por tanto no necesitan financiación externa, no lo vuelven a intentar. Siempre nos dicen que hay que volver a intentarlo, pero lo que es posible en yanquilandia, en España es diferente, aquí el primer intento ya te puede arruinar media vida.

Tercero.- Sólo quienes tienen mucho capital propio y ya tienen su negocio rodado (empresas extranjeras que implantan un producto en el país que ya está consolidado en otros mercados similares y por tanto pueden exportar directamente el know how) pueden montar empresas aquí. Pero con la globalización, y habiendo entrado países con salarios mucho más bajos en la UE, ¿a qué multinacional extranjera se le ocurre fabricar en España? A ninguna.

Cuarto.- Muchas veces quienes más aguante tienen a la hora de montar una empresa son los estafadores. Un negocio fraudulento por definición genera muchos ingresos, lo que permite amortizar la inversión, incluso con financiación externa. De hecho no están montados para durar mucho tiempo, sino para amortizar la inversión y generar réditos extraordinarios con los cuales montar el siguiente negocio fraudulento. 
 
Siguiendo con el estudio comparativo de la facilidad en la creación y extinción de empresas, resulta que España ocupa un lugar privilegiado a la hora de cerrar una empresa: En el RANKING MUNDIAL, España ocupa el lugar 19.

Esto nuevamente tiene unas consecuencias positivas para estafadores y defraudadores:

Primero.- Las Administraciones Públicas. Un empresario puede evadir sus obligaciones con Hacienda y la Seguridad Social con relativa facilidad en el momento en que disuelve una sociedad.

Segundo.- Los trabajadores. Puede dejarlos colgados doblemente: por un lado empezando a deber salarios, pero mucho peor, no pagando las cuotas a la Seguridad Social. Muchas veces los deja en el limbo: ni cobran salarios, ni pueden acceder a prestaciones de desempleo si la empresa simplemente "desaparece", los trámites hasta que el trabajador pueda cobrarla pueden durar mucho tiempo (hasta más de un año, ahora que la justicia está saturada).

Tercero.- Al ser tan fácil, hay demasiados empresarios "mal acostumbrados" que disuelven una empresa para volver a constituir la siguiente con la misma cartera de clientes y de proveedores, pero dejando atrás deudas con hacienda, la seguridad social y los trabajadores, y contratando nuevos incautos que acabarán sufriendo el mismo trato. A veces también dejan colgados a sus proveedores, siempre que el mercado lo permita. Especialmente cuando sus proveedores son pequeños empresarios autónomos o trabajadores autónomos.