16 de enero de 2012

aprender de errores ajenos

Realmente deseo que el proyecto EQUO se haga realidad, pero la realidad que, como dice un colega, "nos vendieron", no la que estamos viendo hasta ahora. Una formación (llamémoslo partido, si queremos, pero bien entendido que sin repetir los males que aquejan a los grandes que conocemos) en la que cuenten las personas. Una formación que se organice de forma transparente y democrática. No como una empresa-ejército, con sus estructuras verticales, sino como una cooperativa de iguales. También en una cooperativa hay órganos de coordinación y decisión. Pero están siempre sujetos a un mandato.

Las organizaciones horizontales necesitan más tiempo para la toma de decisiones, con la ventaja de que estas decisiones vinculan a todos, no es que las "sientan" suyas, es que "son" suyas. Las empresas-ejércitos necesitan invertir muchos recursos para que la tropa se "sienta" parte de la empresa, las empresas cooperativas no necesitan ese gasto, porque ni hay tropa, ni nadie es dejado de lado. Directa o indirectamente (mediante los mandatos) los miembros participan en todo momento. 

Últimamente desde Internet se están generando una serie de instrumentos que permiten a los ciudadanos organizarse sin necesidad de intermediarios (partidos, por ejemplo). Cualquier ciudadano puede lanzar una campaña en Actuable, organizar recogidas de fondos para iniciativas comunitarias mediante plataformas de crowdfunding, lanzar páginas o grupos que lleguen a gran cantidad de personas en redes sociales como facebook, etc. Las empresas pronto se han apuntado a las redes sociales, por ejemplo en facebook. 

Sin embargo, cuando IU, por poner un ejemplo, monta una campaña en Actuable, creo que pierde credibilidad. El sitio de los partidos son los parlamentos, pero en este momento, en la "sociedad civil" lo que cuenta son las personas. Cada vez menos votamos a partidos, y más a personas, y una persona que pierde la credibilidad acaba haciendo más daño a los compañeros de partido, y por ende a las probabilidades de voto del partido, no contrarrestable con el mantenimiento de la "imagen corporativa" mediante comunicados a mansalva. A efectos de democracia interna es mucho más deseable que las personas que pertenecen a una formación lo hagan con su propio nombre y cara, aunque para el partido sea deseable que luzcan "la marca" (solo cuando actúan correctamente, claro, si no, se vuelve contra dicha "marca"). De momento al parlamentos se llega a través de partidos. Y lo que es peor, los representantes en el parlamento no están sujetos a un mandato directo, sino a la "disciplina de partido". Realmente, con un parlamento de cuatro o cinco escaños, con voto ponderado en función de los votos obtenidos en las elecciones, nos ahorrábamos una pasta gansa. Y el resultado sería el mismo. Por eso yo reclamaría para Equo que en el parlamento, si algún día llega a tener más de uno o dos escaños, no utilice la disciplina de voto, sino que se pliegue a los mandatos directos de la Equomunidad (socios + simpatizantes).

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