8 de diciembre de 2021

Cambio climático, capitalismo, codicia

 Lo estamos viendo, sintiendo en nuestras propias carnes lo que muchos científicos, principalmente meteorólogos, llevan advirtiéndonos desde hace tiempo: que la progresiva "degeneración" del clima es consecuencia de la actividad humana. Pero no de cualquier actividad, sino de la basada en el uso salvaje de los combustibles fósiles: gas, carbón, petróleo.

¿Y cuál es la causa de ese uso salvaje? Básicamente el sistema económico capitalista: la "necesidad" de ganar dinero a toda costa. El consumismo es una de las caras de la moneda, la cruz es la hiperproducción. Porque la hiperproducción no es consecuencia del avance tecnológico. 

Cada nueva máquina que sustituye trabajo humano debería ser sustituida por tiempo de trabajo. Y en su lugar, lo que el sistema económico ha hecho, desde que entramos en la era industrial, ha sido aumentar la producción, sin tocar las jornadas laborales. Como colectivo, como sociedad, somos incapaces de poner coto a la voracidad y a la codicia de los ricos. 

Si aumentando la producción podemos vestir a todos, eso es fantástico. Pero si para aumentar las ganancias del dueño de la fábrica tenemos que crear la necesidad de cambiar de ropa constantemente, algo no funciona. Lo lógico sería que la producción de la fábrica se ajustara a las necesidades de la población. Pero no, estamos ajustando las necesidades de la población para satisfacer las necesidades de vender del dueño de la fábrica. Y si no percibe la necesidad, se paga para crearla. 

Y lo mismo vale para los muebles, los electrodomésticos, etc.

Luego está el tema de la comida. Las fábricas se han colado en nuestra mesa. Se está sustituyendo la organización del mercado alimentario por un entramado financiero-industrial que extrae beneficio tanto del productor como del consumidor. Del productor mediante sistemas de producción y precios que lo convierten prácticamente en esclavo: autónomo o jornalero, pero esclavo. Y del consumidor, aplicando los mecanismos de la producción industrial a la mesa: creando necesidades (caprichos) que incorporan un gran margen comercial a los amos de la producción de alimentos (que no son los productores).

El petróleo barato ha sido el motor que alimenta nuestro actual sistema productivo. La estrella de la película se llama logística. Es decir, cómo mover las fichas de un lado para otro aprovechando la facilidad del transporte. Si producir en otro país es más barato porque allí los salarios son más bajos, traigo la carne, la fruta, la verdura, las legumbres, el pescado desde allí si me sale más barato que pagando a los productores locales, incluso pagando el combustible, al transportista, o al dueño del almacén. No miro si en el otro país los sueldos son de miseria o las condiciones de producción más inhumanas o faltas de higiene o seguridad laboral.Y si el productor local quiere que le compre a él, tiene que aceptar mis precios, es decir mi precio de coste (el del productor extranjero, más el del combustible, el del transportista y, si hace falta, el del dueño del almacén). 

O el de la ropa. Una cosa es que todos podamos ir abrigados y vestidos, incluso con ropa especial para ocasiones especiales. Pero el tema de la moda basura es diferente: ropa de mala calidad y difícil reciclabilidad que apenas dura una temporada. Y cuya producción funciona de una forma muy parecida a cómo funciona el mercado de los alimentos.

El problema no son los ordenadores, el problema se llama Microsoft, Appel. Porque no dejan de sacar nuevos sistemas operativos que convierten en chatarra ordenadores que de otro modo podrían seguir funcionando durante décadas. La gente de a pie se apaña con un pack de herramientas ofimáticas, pero se ve obligada a cambiar de ordenador con una frecuencia excesiva debido a que se ve arrastrada por la voracidad de los productores de sistemas operativos, en connivencia con los productores de ordenadores y portátiles. La guinda son los videojuegos, que espolean igualmente la adquisición de ordenadores cada vez más potentes. Lo más indignante para esta que escribe es encontrarse al personaje que personifica a Microsoft, Bill Gates, publicando un libro sobre cómo evitar un desastre climático. Ahora mismo MS ha sacado el Windows 11, y me dice que ni mi pc ni mi portátil sirven para el nuevo sistema operativo. Cuando funcionan razonablemente bien, y no tengo ningún problema con mis programas.

¿Dónde acaban los ordenadores desechados, los dispositivos electrónicos obsoletos debido al constante cambio de sistemas operativos? Los grandes vertederos mundiales están en lo que en algún momento llamaron el "tercer mundo",  o países "en vías de desarrollo", es decir, todos aquellos países señalados como "excluidos" del desarrollismo capitalista.

El consumismo lo invade todo, y su aplicación práctica a todo tiene un nombre: la obsolescencia programada. 

Volviendo al principio: Sufrimos cada vez más las consecuencias del cambio climático: lluvias torrenciales, sequías, incendios, etc. Cada vez se menciona más en la tele. Pero a más de un mes de las navidades, y nuestras ciudades se convierten en un enorme árbol de navidad: luces callejeras, iluminación extra en casas y comercios .... ¿habrá quien ignore la relación entre el consumo de energía y el cambio climático? Parece que todo el mundo. Al menos, nuestros políticos, nuestros gobernantes. Y los dueños de los imperios mediáticos. Porque ellos tienen llaves que nosotros no tenemos. Son sus decisiones las que sostienen y fomentan el sistema económico. 

Y como dirían Tip y Coll: mañana hablaremos de los bancos y el sistema financiero


Para saber más:

 



18 de junio de 2021

¿por qué siguen votando mayoritariamente a un partido corrupto?

Estos días está declarando uno de los policías encargados de investigar la corrupción del PP, y lo que está contando es de escándalo.

Lo cierto es que lo que llevamos sabiendo sobre las malas prácticas del PP, desde hace años, es alucinante. Está más que demostrado que han falseado cuentas electorales: no declarando gastos electorales, recibiendo pagos en especie por parte de empresas que financiaban gastos electorales, aceptando dinero a título particular y también para el partido a cambio de contratos públicos, o de no fiscalizar correctamente la ejecución de los mismos, etc. 

Y sin embargo, los ciudadanos han seguido votándoles. ¿Son imbéciles? Alguno habrá, pero no creo que la proporción de imbéciles en España difiera mucho de la proporción de imbéciles en cualquier otro país. ¿Ignorantes? Esto ya es otra cosa. Porque la ignorancia se alimenta de la falta de información. En este caso, de la falta de información política relevante. 

Hace unas semanas algún analista comentaba que los políticos dependían demasiado de las encuestas y de la opinión pública. Que no se atrevían a adoptar medidas necesarias, por miedo a perder elecciones. Y me sorprendió mucho que el analista (o la analista, no recuerdo si era hombre o mujer, siento no haber tomado nota) no cuestionara los contenidos de la opinión pública, y el papel de los medios de comunicación masiva, lo que se llama en la jerga comunicativa los "main stream media".

El que un policía relate a un juez que parte de sus superiores y de la "cadena de mando" hasta llegar al mismísimo ministro de Interior intentaron detener su actividad mediante intentos de soborno, chantaje o amenazas,  para ocultar tejemanejes de dinero entre un partido político y empresarios y directivos de grandes empresas, es de escándalo. El que ese partido respondiera a un juez que no posee registros de los visitantes a su sede y meses después borrara y destruyera dichos registros, es de escándalo. 

Pero como ciudadana, más escandaloso me parece el estruendoso silencio mediático. Informan, sí, pero entre noticias de trascendencia muy diferente: el esclarecimiento de un crímen machista ocurrido hace dos años, y el anuncio de que para fin de mes ya no tendremos que llevar mascarilla en la calle. Y no, no me invento mi tesis. 

Las declaraciones de Morocho, en las que el juez se lamentó, literalmente, del "panorama desolador" que le estaba pintando, fueron el día 15 de junio. He buscado portadas de prensa del día 16, es decir, al día siguiente, y sólo El País le dedica sitio en la portada, pero tampoco la foto. Y la foto, curiosamente, coincide con la del ABC.

Si la prensa escrita no dedica ni las portadas a tal escándalo, ¿cómo queremos que se enteren los ciudadanos? No, los ciudadanos no leen apenas la prensa escrita, pero la prensa escrita suele ser un reflejo de lo que cuentan radio y tv, y de lo que circula por redes sociales. Y radio y tv tienen los mismos "dueños" que la prensa escrita, en su gran mayoría.

Servidora lleva suscrita a eldiario.es desde que salió. Creo que es el medio más odiado por la derecha. Con motivo. El mismo día de las declaraciones de Morocho, eldiario.es ya informaba sobre ellas. Ahora también estoy suscrita a algunos otros medios informativos en internet. Ninguno de ellos es de derechas, por supuesto. Para enterarme de qué dice la derecha, me basta poner la radio, la tele o escuchar las conversaciones del autobús.

Y quienes financian a los medios son, mayormente, las empresas, es decir, los anunciantes y patrocinadores. Incluidas, o especialmente, las que untan y engrasan la maquinaria política. Los mismos que dan empleo a los ciudadanos que consumen los productos audiovisuales y los productos y servicios que venden. En un pueblo es comprensible que la gente tenga miedo a votar a otros que no sean quienes les dan trabajo y patrocinan sus fiestas. Pero ¿en las ciudades?  En las ciudades no es el miedo, es la ignorancia. La gente les compra voluntariamente su (des)información, a cambio de entretenimiento, sensacionalismo y aturdimiento informativo.