18 de junio de 2021

¿por qué siguen votando mayoritariamente a un partido corrupto?

Estos días está declarando uno de los policías encargados de investigar la corrupción del PP, y lo que está contando es de escándalo.

Lo cierto es que lo que llevamos sabiendo sobre las malas prácticas del PP, desde hace años, es alucinante. Está más que demostrado que han falseado cuentas electorales: no declarando gastos electorales, recibiendo pagos en especie por parte de empresas que financiaban gastos electorales, aceptando dinero a título particular y también para el partido a cambio de contratos públicos, o de no fiscalizar correctamente la ejecución de los mismos, etc. 

Y sin embargo, los ciudadanos han seguido votándoles. ¿Son imbéciles? Alguno habrá, pero no creo que la proporción de imbéciles en España difiera mucho de la proporción de imbéciles en cualquier otro país. ¿Ignorantes? Esto ya es otra cosa. Porque la ignorancia se alimenta de la falta de información. En este caso, de la falta de información política relevante. 

Hace unas semanas algún analista comentaba que los políticos dependían demasiado de las encuestas y de la opinión pública. Que no se atrevían a adoptar medidas necesarias, por miedo a perder elecciones. Y me sorprendió mucho que el analista (o la analista, no recuerdo si era hombre o mujer, siento no haber tomado nota) no cuestionara los contenidos de la opinión pública, y el papel de los medios de comunicación masiva, lo que se llama en la jerga comunicativa los "main stream media".

El que un policía relate a un juez que parte de sus superiores y de la "cadena de mando" hasta llegar al mismísimo ministro de Interior intentaron detener su actividad mediante intentos de soborno, chantaje o amenazas,  para ocultar tejemanejes de dinero entre un partido político y empresarios y directivos de grandes empresas, es de escándalo. El que ese partido respondiera a un juez que no posee registros de los visitantes a su sede y meses después borrara y destruyera dichos registros, es de escándalo. 

Pero como ciudadana, más escandaloso me parece el estruendoso silencio mediático. Informan, sí, pero entre noticias de trascendencia muy diferente: el esclarecimiento de un crímen machista ocurrido hace dos años, y el anuncio de que para fin de mes ya no tendremos que llevar mascarilla en la calle. Y no, no me invento mi tesis. 

Las declaraciones de Morocho, en las que el juez se lamentó, literalmente, del "panorama desolador" que le estaba pintando, fueron el día 15 de junio. He buscado portadas de prensa del día 16, es decir, al día siguiente, y sólo El País le dedica sitio en la portada, pero tampoco la foto. Y la foto, curiosamente, coincide con la del ABC.

Si la prensa escrita no dedica ni las portadas a tal escándalo, ¿cómo queremos que se enteren los ciudadanos? No, los ciudadanos no leen apenas la prensa escrita, pero la prensa escrita suele ser un reflejo de lo que cuentan radio y tv, y de lo que circula por redes sociales. Y radio y tv tienen los mismos "dueños" que la prensa escrita, en su gran mayoría.

Servidora lleva suscrita a eldiario.es desde que salió. Creo que es el medio más odiado por la derecha. Con motivo. El mismo día de las declaraciones de Morocho, eldiario.es ya informaba sobre ellas. Ahora también estoy suscrita a algunos otros medios informativos en internet. Ninguno de ellos es de derechas, por supuesto. Para enterarme de qué dice la derecha, me basta poner la radio, la tele o escuchar las conversaciones del autobús.

Y quienes financian a los medios son, mayormente, las empresas, es decir, los anunciantes y patrocinadores. Incluidas, o especialmente, las que untan y engrasan la maquinaria política. Los mismos que dan empleo a los ciudadanos que consumen los productos audiovisuales y los productos y servicios que venden. En un pueblo es comprensible que la gente tenga miedo a votar a otros que no sean quienes les dan trabajo y patrocinan sus fiestas. Pero ¿en las ciudades?  En las ciudades no es el miedo, es la ignorancia. La gente les compra voluntariamente su (des)información, a cambio de entretenimiento, sensacionalismo y aturdimiento informativo.