Todo empezó mucho más pequeño. Empezó con un mensaje que me envió Patricia quejándose de una mierda humana, con sus correspondientes papelitos, que alguien plantó entre dos coches aparcados casi a la puerta de su casa. (Es que organizo junto con Pepe y la AV las charlas y talleres de Salud Mental).
Como estábamos a día 20, y la mierdecilla, cada vez más pestilente, llevaba dos días ahí (no baldearon hasta el día 21), pensé, pensamos, que algo había que hacer, aparte de quejarse al ayuntamiento.
Y es que el problema de las deposiciones humanas y perrunas en el barrio, y especialmente en el centro histórico, se multiplican por mucho en Fallas. Con tantas calles cortadas y en ausencia de suficientes inodoros portátiles, con tantos puestos callejeros vendiendo comida y bebida, es casi inevitable que calles y fachadas sufran las consecuencias de tanta incontinencia humana.