1 de noviembre de 2007

menores violentos

Otra vez un telediario con noticias de un apaleamiento entre menores grabado con el móvil. No entiendo a los padres que permiten que sus hijos tengan ese tipo de aparatos. Son absolutamente prescindibles, caros y además incitan a cierto tipo de conductas, a lo que se ve.

Desde luego, deberían estar prohibidos para los menores de edad. Y si un menor comete un acto delictivo con un móvil por medio, también los padres deberían ser castigados, bien con multas o bien con trabajos comunitarios. Independientemente de que los jóvenes que cometen actos delictivos deberían recibir un buen escarmiento. No hablo de castigos. Un castigo no se sabe bien para qué sirve, si es como venganza, si es como represalia, o qué. Un escarmiento es un castigo, también, pero con efectos disuasorios. Que el sujeto castigado ya no piense siquiera en volver a cometer la tropelía, y que además quienes hayan sido conocedores de la misma experimenten el mismo efecto disuasorio.

E. Kahn comenta cómo en el sistema penal estadounidense los menores saben que pueden ser pillados delinquiendo hasta tres veces sin recibir ninguna sanción. Y que eso es una invitación a delinquir y a convertirse en delincuente. Porque delinquir se convierte en aventura y reto: el de no ser pillado. Y de tanto cometerse se vuelve hábito, porque la delincuencia suele aportar réditos: botines, prestigio, etc. No sé si en el sistema penal de los menores español existe la misma franquicia. A veces sospecho que si el menor es de "clase bien", la tiene.

NOTA:
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