13 de abril de 2009

¿exceso de créditos?

Estaba oyéndolo otra vez, eso de que ha habido exceso de crédito. No lo decían antes, cuando con esa excesiva condición de crédito funcionaba tan "bien" la economía. Tan bien, que hasta absorbíamos una enorme cantidad de mano de obra extranjera. Quizá, como conjunto, no queríamos darnos cuenta de a qué precio: una parte de la mano de obra era cautiva (ilegal), y justamente la existencia de esa mano de obra cautiva, y por tanto mal pagada y mal contratada, permitía imponer condiciones salariales indignas a otra parte de la mano de obra, que aun siendo "legal" estaba mal contratada, gracias también a una legislación que permite desmanes empresariales tales como largas cadenas de subcontratación, convirtiendo en empresarios a trabajadores, si querían tener acceso al mercado de trabajo (aportando no sólo su propio trabajo, sino el de sus "empleados").

Con lo cual, creo que el diagnóstico de exceso de crédito está totalmente errado. Y está totalmente errado, porque lo que se ha conseguido con ese exceso de crédito es ajustar el mercado a la producción, en lugar de ajustar la producción al mercado. En lugar de ver las necesidades de la gente, se ha buscado gente para colocarle productos. Con lo cual la gente que tenía necesidades sin atender seguía sin poder atenderlas correctamente. Se le daba crédito para comprar lo que se le quería vender, no lo que necesitaba.

Por ejemplo: la vivienda. En lugar de construir vivienda asequible, se ha construído vivienda cara, manipulando además el mercado de segunda mano para poder financiar esa vivienda cara. Con lo cual, la gente realmente necesitada de vivienda o no podía acceder a viviendas, o tenía que endeudarse en exceso. Es decir: que para que existiera el gran negocio del ladrillo no quedaba más remedio que dar crédito a quien no tiene recursos suficientes para afrontar esos precios.

Por ejemplo: los coches. Es lógico que en zonas residenciales no se quiera convivir con actividades industriales y éstas sean concentradas en polígonos industriales. Pero éstos se construían sin prever redes de transporte colectivo para los obreros, obligando a un importante sector de la población a adquirir un coche o incluso dos. Luego se ha empezado a sacar las empresas comerciales de las ciudades, generalmente para poder especular con el factor suelo (menores alquileres, y la que tuviera suelo urbano, para especular construyendo). Tampoco en este caso se preveía infraestructura suficiente en términos de transporte colectivo. Es decir, que para que pudieran seguir vendiéndose cada vez más coches (ni siquiera mantenerse el monto de ventas, no, había que incrementarlo permanentemente) era conveniente que el transporte colectivo siga siendo insuficiente y se alarguen las distancias entre trabajo y residencia.

Por ejemplo: las ciudades. Se ha descuidado totalmente la ciudad como espacio vital. La planificación de las ciudades está al servicio del negocio: los comercios y el ocio. Porque el ocio se ha convertido en negocio, y se ha elevado a la categoría de "valor" todo lo que caracteriza al ocio, por encima de otros valores. No se han tenido en cuenta valores tales como el descanso (ni en la planificación del tráfico vial ni en las normativas del ruido), la salud (el aire es irrespirable y no hay apenas zonas verdes que absorban todas las emisiones de los coches, no hay transporte colectivo suficiente, y el que hay no atiende criterios de necesidades de los ciudadanos, empujando a éstos hacia el uso y abuso del coche, no hay espacios de ocio al aire libre, en los cuales oxigenarse y desestresarse). Con lo cual se ha empujado a los ciudadanos a huir a las segundas residencias -en la medida en que pudieran afrontar el gasto, y estimulando la presión social y urbanística para que lo hicieran-, alimentando nuevamente espirales de endeudamiento y ocupación urbana de suelo. Es decir, que para alimentar la industria del ladrillo y del coche era conveniente promover la cultura de la segunda residencia.

Mientras sigamos empeñados en pensar que con más de lo mismo vamos a poder salir del hoyo, andamos aviados. El problema es que darle la vuelta a la tortilla es bastante imposible. Y sin embargo, en realidad lo único que tiene sentido es hacerlo. Dejar de producir lo que pueden comprar los ricos, y producir lo que necesitan los que no lo son. ¿Cómo hacerlo? ¿Desde el estado? Creo que nadie quiere realmente un estado-patrón. No porque desconfiemos del estado, sino que no confiamos en sus administradores: los políticos. En realidad, los ricos siempre desconfían del estado cuando no tienen metida una zarpa en su administración. Es normal. El estado es el único que tiene fuerza moral suficiente para reclamarles una participación en el pastel. Si por ellos fuera, ni agua. Y los que no somos ricos, es decir, la gran mayoría de los ciudadanos, tampoco acabamos de querer un estado patrón, pues tal como está organizado, es una maquinaria demasiado opaca como para no facilitar el enriquecimiento ilícito e ilegítimo de sus administradores.

Con lo cual sólo nos queda un cambio de mentalidad. En lugar de esconder la miseria, saquémosla a la luz, y obliguemos a quienes tienen medios, a combatirla. Saquemos a la luz a todos los que no tengan vivienda, y obliguemos a quien tiene medios, a proporcionársela.Si quiere ponerse laureles, que se los ponga. Pero no permitamos construir ni una sola vivienda que no vaya a parar a quien no tiene vivienda, o tiene infravivienda. Lo mismo con el empleo. Pongamos un tope de ingresos, y que nadie pueda cobrar por encima de ese tope, mientras no se haya dado empleo a todas las personas que no lo tienen: un empleo digno, es decir, estable y con unos ingresos mínimos garantizados que le permitan vivir dignamente. El problema no es el trabajo, hay muchísimo trabajo pendiente de hacer. El problema es que no se quiere convertir en empleo, porque no repercute directamente en el aumento de riquezas de quienes ya son ricos.

Y eso sí, necesitamos un gran pacto. Un pacto social inmenso: NO A LA CORRUPCIÓN. Pero no un "no, yo no lo hago", sino, un "NO, YO NO LO TOLERO, Y DENUNCIARÉ TODA CORRUPCIÓN DE LA QUE TENGA NOTICIA". Eso sí, necesitamos otro pacto, por una justicia que eleve la equidad al rango de máximo inspirador de la administración de la justicia. Aunque ello suponga jubilar a la mitad de la judicatura y de la abogacía. Pues ellos son los grandes cómplices de la actual espiral económicam, un sistema socialmente tramposo.

1 comentario:

  1. Querida Marga V.
    Si bien estoy de acuerdo con una buena parte de tu pensamiento, creo que dejas de lado un elemento esencial que debería tenerse más a menudo en cuenta: el factor humano.
    No es de extrañarse que un animal que anda sobre sus dos patas traseras en equilibrio inestable, que se conserva en pié por el mero hecho de estar en movimiento permanente; no ha encontrado otra manera de desenvolverse en el mundo económico y social que el de establecer soluciones de compromiso. A modo y medida que las consecuencias de la enésima « solución de última hora» se mostró tan catastrófica como el problema que estaba destinada a resolver, la única política que podremos hacer es la fuga hacia adelante…
    Lejos de ser catastrofista, porque no utilizar lo que conocemos del comportamiento humano para canalizar las energías?
    Si nuestro querido mundo occidental esta en declive es a causa de la estructura sobre la que se soporta. Nuevos impuestos, eliminación por la denuncia de la corrupción y todo lo que podamos imaginar, no servirán de nada si el sistema político no cambia definitivamente y de una vez por todas. El poder corrompe, la frase no es nueva y seguirá de actualidad durante mucho tiempo, la única medida valida para sacarnos del atolladero es la educación de los individuos, dura tarea...
    Puede que la solución para nuestro planeta, venga de la modificación de nuestro pensamiento como consecuencia de la evolución educacional, de otra parte puede ser que la naturaleza se encargue de limpiar la plaza por nosotros con un cataclismo fatal para el ser humano, que no representara en suma que unos segundos en la vida de nuestro planeta.
    No tenemos los mismos valores en la escala del tiempo…
    O bien tendría que decir que nosotros no tenemos tiempo y al planeta Tierra le sobra…

    El ser humano se empeña en dar soluciones guardando el máximo de bienes o privilegios adquiridos, un poco como la carretera que es parcheada mil y una vez hasta constituir un verdadero patchwork de mil tonalidades grises que volverán a erosionarse a la próxima primavera, porque el verdadero problema se encuentra en el soporte y que la solución implica la destrucción parcial de la obra. A falta de un buen ingeniero capaz de elaborar una nueva tecnología de manera a resolver a buen precio y rápidamente el problema, ninguna acción otra que la de continuar a parchear será adoptada.

    En tu comentario hablas de los ricos y de los que no lo son, es que hay una diferencia entre los unos y los otros?
    Los ricos quieren continuar a serlo, los otros puedo jurarte que a la menor oportunidad de invertir la tendencia, no se lo pensaran dos veces.
    Y si todo lo que expresamos en Internet o nuestra ilusa democracia no es más que un derecho a pataleo sin consecuencia grave para un sistema bien establecido…?
    Contentémonos entonces de ser los granos de arena que erosionan los pilares que sostienen los iconos políticos de forma lenta e inexorable, el tiempo y el hastío hará el resto.
    O bien seamos activos y sagaces infiltremos el poder y minemos sus filas, llegaremos a tomar el control y doblegar el sistema…y nos pudriremos como los que están ya al día de hoy…
    La única forma de controlar la maquina que hemos creado y que alimentamos cada día es el consumo, de bienes, de servicios de todo lo que nos rodea, y por prueba esta crisis que obliga a unos y a otros a trabajar juntos y elaborar soluciones universales.
    El dinero existe solo cuando se mueve, cuando esta estático es papel o números en cuentas bancarias, una forma de potencial sin consecuencias que fastidia los poderosos por su inactividad. Solo una mejor forma de consumo individual rechazando las prestaciones y productos contrarios al desarrollo de tecnologías limpias y duraderas, podrán inclinar los poderes industriales a proponernos los productos que nos interesan. Los países en vía de desarrollo nos seguirán en la medida que ellos mismos nos propondrán esos productos con su capacidad de producción a bajo costo, que ha sacudido ya varias veces nuestra economía.
    De otra manera todas las crisis son momentos de inflexión de las tendencias, cambios de orientación de las costumbres o los modos y maneras de hacer y entender el mundo en el que vivimos.
    Entonces, viva la crisis?

    Le fil conducteur

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