Pienso que en realidad la burbuja inmobiliaria, es decir, el boom de la construcción, no era una evolución aleatoria (fruto del azar o la casualidad) sino necesaria, y que en este momento simplemente ya no hay nichos de negocio en este país que permitan absorber la ingente capacidad productiva que tiene. No sé cuántas viviendas vacías hay en este pais, pero son muchísimas. Tampoco sé cuántas de ellas son segundas residencias, pero son muchísimas igualmente. Ignoro igualmente cuántas de ellas cuestan lo que un españolito medio no puede pagar, pero son muchísimas.
Por otra parte, una gran cantidad del dinero inyectado en el sector de la construcción venía de fuera de España. Estos días ha cerrado en Valencia un hotel de cinco estrellas inaugurado hace dos años: el Hilton. Resulta que uno de los principales acreedores es un banco alemán. ¿Por qué un banco alemán invierte cientos de millones en proyectos de construcción en el extranjero? ¿Será que en su país no hay demanda de financiación y tiene un exceso de recursos?
Bueno, volviendo al tema, ¿qué actividad industrial o mercantil va a absorber más de cuatro millones de parados? ¿Qué nichos de negocios hay? Los ricos tienen a su disposición el mercado mundial, con lo cual, para ofrecerles algo, tendría que ser muy, muy barato (lo cual es incompatible con yacimientos masivos de empleo), o algo super-superespecializado (nuevamente incompatible con yacimientos masivos de empleo). Luego están los medio-ricos, la clase media. Que a efectos prácticos o bien tiene un alto poder adquisitivo o crediticio y se comporta como los ricos, o bien anda tan ahogada, que la única capacidad adquisitiva que le queda es superlimitada, y están al borde del paro. Ni los unos ni los otros constituyen ningún nicho de negocio.
Por más vueltas que le doy al tema, sólo veo una solución: un cambio de paradigma. Todo está relacionado: hemos permitido que el precio de la vivienda suba hasta las nubes, porque había empleos suficientes como para que entre dos sueldos se pudiera mantener una unidad familiar pagando unos precios indecentes por las viviendas. Pero no sólo eran las viviendas. Eran también los coches. Porque resulta que una gran cantidad de los puestos del trabajo requieren también una inversión en un vehículo privado, so pena de dedicar tres y cuatro o más horas diarias para desplazamientos al puesto de trabajo y la vuelta. Además, no era sólo el trabajo, eran también las vacaciones y el ocio. Mucha gente trabaja en el sector del ocio: agencias turísticas, transporte, restaurantes, hoteles.
Por otra parte, una gran cantidad del dinero inyectado en el sector de la construcción venía de fuera de España. Estos días ha cerrado en Valencia un hotel de cinco estrellas inaugurado hace dos años: el Hilton. Resulta que uno de los principales acreedores es un banco alemán. ¿Por qué un banco alemán invierte cientos de millones en proyectos de construcción en el extranjero? ¿Será que en su país no hay demanda de financiación y tiene un exceso de recursos?
Bueno, volviendo al tema, ¿qué actividad industrial o mercantil va a absorber más de cuatro millones de parados? ¿Qué nichos de negocios hay? Los ricos tienen a su disposición el mercado mundial, con lo cual, para ofrecerles algo, tendría que ser muy, muy barato (lo cual es incompatible con yacimientos masivos de empleo), o algo super-superespecializado (nuevamente incompatible con yacimientos masivos de empleo). Luego están los medio-ricos, la clase media. Que a efectos prácticos o bien tiene un alto poder adquisitivo o crediticio y se comporta como los ricos, o bien anda tan ahogada, que la única capacidad adquisitiva que le queda es superlimitada, y están al borde del paro. Ni los unos ni los otros constituyen ningún nicho de negocio.
Por más vueltas que le doy al tema, sólo veo una solución: un cambio de paradigma. Todo está relacionado: hemos permitido que el precio de la vivienda suba hasta las nubes, porque había empleos suficientes como para que entre dos sueldos se pudiera mantener una unidad familiar pagando unos precios indecentes por las viviendas. Pero no sólo eran las viviendas. Eran también los coches. Porque resulta que una gran cantidad de los puestos del trabajo requieren también una inversión en un vehículo privado, so pena de dedicar tres y cuatro o más horas diarias para desplazamientos al puesto de trabajo y la vuelta. Además, no era sólo el trabajo, eran también las vacaciones y el ocio. Mucha gente trabaja en el sector del ocio: agencias turísticas, transporte, restaurantes, hoteles.
Así que, no vale la pena intentar abordar las cosas globalmente. El modelo es malo. Lo que se trata ahora es de salvar a las personas, y si el sistema se va al garete, inventar uno nuevo. Si con las ayudas públicas la gente no puede sobrevivir, salvo yéndose a dormir bajo el puente, pues ¿quién va a condenarlos si cobran en negro por chapucillas a domicilio? Cuando la consecuencia de la economía sumergida era que la gente se compraba un chalet, se iba de vacaciones a Cancún todos los años, cambiaba de coche cada tres años, la cosa era diferente. Y los vendedores de coches y las agencias turísticas se frotaban las manos. Pero si la economía sumergida financia lo que no financian nuestras agencias de bienestar, es otra cosa bien distinta. Lo que sigue siendo un escándalo es que los grandes empresarios y accionistas se estén haciendo ricos a costa del empobrecimiento de los ciudadanos y que encima puedan pagar a caros juristas y asesores fiscales para eludir impuestos. Y que los bancos les ayuden.
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