Curioso, el último post que tenía era sobre el "Indignaos", y ahora han sido las concentraciones de los jóvenes y no tan jóvenes paisanos en el día de las elecciones cuando he retomado el blog.
LLevo tiempo pensando qué sentido tiene un partido, hoy día? Los partidos del siglo XX en realidad eran, y siguen siéndolo, como confesiones religiosas, u órdenes monásticas. Tenían su ideología, como las confesiones y órdenes tienen sus dogmas y sus reglas, que supuestamente inspiraban su acción, y dentro de los partidos había todo un aparato educativo que transmitía los dogmas a las nuevas generaciones de militantes.
Pero si los teólogos (protestantes) del siglo XX descubrían que Dios había muerto (el dios decimonónico, al menos), yo diría que los dogmas y las ideologías del siglo XX también han muerto. Lo que quedan son cadáveres, máquinas de poder, que es a lo que han quedado reducidos los partidos. Los dogmas y las ideologías apenas sirven más que para la retórica de las campañas, pero el devenir político ha venido marcado por el devenir económico-financiero-mundial, y los gobiernos apenas tienen margen de acción, los políticos nos han ido metiendo subrepticiamente en instancias supranacionales despojándonos de soberanía, de forma que actualmente el poder está en manos de esas máquinas llamadas partidos, dentro de esquemas bipartidistas, con alguna bisagra por medio, pero sin entidad autónoma suficiente.
No creo que la salida sea fundar nuevos partidos, imitando a los existentes, cuando éstos no son más que cadáveres vivientes, sombra de lo que otrora fueron partidos con sus ideologías propias. Al menos del lado de la izquierda, porque los partidos de la derecha al fin y al cabo siempre han representado al poder establecido, antes de que tuvieran que compartir asientos con representantes del pueblo llano, al que gobernaban pero no representaban.
En sociedades de masas, como la nuestra, la democracia sólo puede ejercerse a través de representantes. Somos demasiados, y la vida es demasiado compleja, como para que podamos participar en todas y cada una de las decisiones y además dedicar tiempo a informarnos y debatir y deliberar entre todos. La representación en sí no es mala, siempre que exista posibilidad real de controlar al representante y para impedirle perseguir su propio beneficio en perjuicio de los representados. Cosa que en este momento no existe.
Votar a listas no es malo, una lista es un equipo, y se supone que ya viene coordinado. Si quienes conforman una lista pertenecen a un partido o no, poca relevancia tiene. Sin embargo, los partidos tenían esa función pedagógica, de preparación para el servicio público, que de alguna manera, al menos en los partidos de izquierda, aportaba solidez a los candidatos. En los partidos de derechas era diferente, los partidos de derechas de entonces y de ahora son más bien redes clientelares, porque su interés no es el bienestar general, sino la administración eficaz a la vez que el mantenimiento de los privilegios de clase.
Seguramente la ideología democrática, la del que todos somos iguales ante la ley, ha contribuido a la falacia de que un partido es un partido, y que el que sea de derechas o de izquierdas es irrelevante. Cuando nunca fue asi. Los partidos de izquierdas eran escuelas y talleres de ciudadanía, en los se formaban los cuadros salidos de las bases, aunque desde el principio se colaran entre los cuadros elementos que nunca formaron parte de las bases, aunque sí de los formadores. Los partidos de derechas eran redes clientelares, y sólo cuando apareció el fascismo, introduciendo una ideología, a modo de contrarreforma para contrarrestar las ideologías de izquierdas (inspiradas en alguna de las múltiples variantes del socialismo), los partidos de derechas empezaron a tener también "ideología", aunque solía haber divorcio entre la práctica y la prédica.
Para terminar: no creo que tuviera sentido, en este momento, pensar en constituir un partido a partir de las experiencias de Democracia Real Ya, ...... Lo que tendría sentido es ir constituyendo listas y programas de cara a las próximas elecciones generales, así como implicarse más en la vida política institucional local y autonómica.
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