27 de noviembre de 2009

las pecas

Siempre me ha gustado leer, y siempre hubo lecturas que me marcaron y se me quedaron grabadas en la mente. No me refiero a libros enteros, sino más bien a fragmentos.

Y Pippi Langstrumpf (Pipa Mediaslargas), que leí en alemán cuando era niña, era uno de esos libros con diversos pasajes memorables. Uno de ellos cuando un día marchaba Pippi por la ciudad, acompañada por sus dos amiguitos y vecinos, y pasan ante una farmacia en la que publicitaban un remedio contra las pecas. Pippi, tal como la describía el libro, tenía la cara llena de ellas. Y al pasar junto al escaparate, Pippi detiene a sus amiguitos, entra por la puerta, coge la mano de la dependienta y la agita vigorosamente mientras tras el correspondiente saludo dice, no, no, en absoluto. Y cuando la dependienta asombrada consigue preguntar qué le pasa, Pippi responde que no, que no sufre en absoluto porsus pecas, que es muy feliz con ellas, y de hecho está orgullosa de ellas. Y ante la mirada atónita de la dependienta y demás parroquianos, abandona la farmacia con sus amiguitos.

12 de noviembre de 2009

¿quién está ahorrando en qué?

Hace un rato he leído en la prensa local (internet) un artículo sobre asaltos en chalets, en el que se comentan los recursos destinados a combatir los delitos. No sé si esas partidas dependen de los presupuestos generales, o es el gobierno local quien los administra. En todo caso, es absurdo ahorrar en materiales cuando la delincuencia claramente invierte una gran parte de recursos en sus actividades criminales.

Copio los párrafos que me han llamado la atención:

..... Tras el asalto, comienza el trabajo de la policía judicial, la sección de la Benemérita que investiga los delitos. Sin embargo, la asociación mayoritaria de guardias civiles (AUGC) denunció ayer que no hay medios. «Somos pocos y con escaso material», explicó José Rausell, secretario general de la organización en Valencia.

«No tenemos suficientes vehículos camuflados, los sistemas de trasmisiones fallan y la policía judicial tiene que usar sus propios móviles y sus coches en trabajos de vigilancia y seguimiento», denunció Rausell.

Después de la consecución de un delito, la policía judicial interroga a los posibles testigos, toma huellas y cuando hay un posible autor de los hechos, comienza la tarea de vigilancia. «Los vehículos deben cambiarse, como máximo, en dos meses para que los delincuentes no los identifiquen. Además, necesitamos al menos tres coches para no ir siempre con el mismo vehículo. Nos identificaríamos enseguida y echaríamos a perder todo el trabajo hecho».

En cuanto a las trasmisiones, los sistemas que utilizan muchos agentes son «walkies antiguos, demasiado grandes y hasta con antena. Son muy anticuados y poco efectivos. Por eso prefieren su móvil particular».

Y es que el perfil del delincuente que asalta en un chalé es distinto al de hace años. «Ahora son bandas organizadas que se dedican a robar además de traficar con cocaína y otros delitos. Están muy preparados y tienen hasta sistemas de contravigilancia», explicó el delegado de la organización.

Rausell criticó que los guardias civiles tengan que utilizar sus propios medios porque el complemento de productividad que cobran depende de que el trabajo salga bien. «La mayoría de veces los delitos se resuelven por el especial empeño que ponen los agentes, no por sus medios, y tiran de coche y de móvil propio».

Y sin horarios. Los agentes uniformados tienen un máximo de 160 horas mensuales, un tope que desaparece en la policía judicial. «¿Y cómo se va a ir una persona que está vigilando a un delincuente que está cenando y sabe que después va a entregar una mercancía?. Sólo se paga por el trabajo resuelto», comentó.

Tras reivindicar en los últimos años más efectivos para aumentar la vigilancia y evitar los delitos, este año por fin han llegado más refuerzos, pero no a todas las secciones de la Guardia Civil. «Hay más personal patrullando, pero no se ha incrementado el número de efectivos que se dedican a la investigación de delitos. Sí, han mandado personal, pero sin preparación, lo que va en detrimento de la resolución de delitos», explicó el delegado de AUGC.

Sin Internet
Para dificultar todavía más el trabajo de los agentes de la Benemérita, en los cuarteles han quitado además el acceso a Internet. «Podemos acceder a la intranet de la Guardia Civil, donde están conectados todos los puestos, pero no a una web cualquiera. Y eso nos resta mucha efectividad, porque no podemos buscar datos sobre una persona que pudiera estar en una página web».

Según Rausell, todas estas carencias «afectan negativamente a la seguridad de los ciudadanos y la calidad en el servicio. No se debería ahorrar en estos costes».

Fuente: Las Provincias

10 de noviembre de 2009

¿Piratas o guardianes?, 2

Un artículo para entender mejor el problema de los piratas

Fernando Fernández Fadón: Piratería en Somalia: “mares fallidos” y consideraciones de la historia marítima

Fuente: Real Instituto Elcano


Copio algunos pasajes .....

Los datos de que se disponen para evaluar esas repercusiones no están muy actualizados a causa de la propia dinámica interna de Somalia, pero según la FAO (2008, pp. 3-6) unos 700 buques de compañías extranjeras faenan de manera ilegal en la zona de Somalia, siendo la pesca artesanal –que comprendía en 1990 el 60% de las descargas en Somalia– la más afectada por la competencia directa de las flotas extranjeras, mientras que el 40% restante, que corresponde a la pesca industrial, se encuentra también mayoritariamente controlado por empresas foráneas.

....

A partir del desmoronamiento del régimen de Barre en 1991, surge un tipo de piratería que se desarrollará durante la década que se autodenomina “guardacostas”, cuyo “objetivo eran los barcos que pescaban ilegalmente y los que vertían sustancias tóxicas en la aguas costeras” según la ONU (2006/229, p. 26). La imposibilidad de contrarrestar la presencia de buques extranjeros llevó al auge de los grupos de poder privado como “caudillos” y “hombres de negocios”, quienes acabaron buscando en el mar medios alternativos al lucro cesante como resultado del proceso de depauperación de las estructuras de poder en Somalia. Como la gestión de los asuntos marítimos puede ser un negocio muy lucrativo, de entrada, las administraciones locales de Somalia o los dirigentes de facciones concedieron acuerdos de licencia a países, empresas o buques pesqueros extranjeros. Para supervisar esas concesiones, las autoridades locales recurrieron a milicias armadas para lanzarse al mar en busca de barcos extranjeros, protegiendo lo que las comunidades de pescadores entendían como de su propiedad. Luego, los caudillos locales, “hombres de negocios”, así como elementos de la administración local negociaron concesiones de “protección” y “licencias” a buques extranjeros para que pudieran faenar en las aguas de la zona económica exclusiva de Somalia. Según la ONU (2006/229, p. 25): “algunos permisos se imprimen en papel con membrete del Gobierno anterior, en tanto que otros llevan los sellos personales de los caudillos”. Este tipo de hechos explica la presencia de buques pesqueros extranjeros con armas que han instalado en ellos las mismas “autoridades” que les han concedido las licencias. La “protección” también puede incluir la escolta por otras naves pertenecientes a los “caudillos” y “hombres de negocios” locales, que se arrogan de facto el control de determinadas zonas marítimas de Somalia. Todo ello, claro está, tiene un precio. Este se concreta en el pago por adelantado de “aranceles” o “licencias” que pueden alcanzar hasta un millón de dólares por temporada (ONU, 2007/436, p. 25).


Un ejemplo característico de esa degeneración administrativa y legal en las aguas somalíes lo proporciona el caso del pesquero Alpha Serengueti con base en el puerto de Mombasa (Kenia) de donde zarpó el 25 de noviembre de 2004. Los propietarios de este buque informaron a la tripulación que faenarían en aguas territoriales de Kenia. Sin embargo, ya en la mar se les comunicó que realmente iban a pescar en Somalia, siendo sus miembros “obligados a firmar convenios redactados por una empresa de Mombasa en los que se estipulaba que se avenían a trabajar en un país declarado zona de guerra”, según el GSS (2005/625, p. 29). El 30 de noviembre el pesquero atracó en el puerto de Ma’an, al norte de Mogadiscio, en donde tras permanecer dos días –durante los cuales a la tripulación se le prohibió bajar a tierra– subieron unos “lugareños somalíes” que montaron un cañón antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial tipo Single Mark 4 de 20 mm en el pesquero keniata. Después de su instalación, el pesquero zarpó procediendo a faenar entre Mogadiscio y Kismaayo. Durante esos días otro buque mercante se les unió, el Soul Sea, el cual además de aprovisionar al primero, ejerció las labores de escolta armada (con un cañón mucho mayor) del Alpha Serengueti así como de otros “pesqueros amigos”. El 16 de enero de 2005, el pesquero keniata abrió fuego con su cañón contra dos pesqueros no identificados que habían “invadido su zona”, a lo que estos respondieron con armas de menor calibre. Este periplo terminó con el pescado empaquetado y etiquetado con procedencia de Kenia, cumpliendo todos los estándares de seguridad e higiene para poder pasar la inspección (una vez superada retiran dichas precauciones), y con destino a los mercados extranjeros. En este caso, el hecho fue descubierto, pero en otros supuestos los barcos y sus mercancías han pasado impunes los controles de la administración.





9 de noviembre de 2009

¿Piratas o guardianes?

La guerra contra la piratería, también ésta de 2009, fue resumida por otro pirata que vivió y murió en el cuarto siglo antes de Cristo. Se le capturó y llevó ante Alejandro Magno, que quiso saber “qué quería decir con guardar el mar”. El pirata sonrió y respondió: “Lo que quiere decir Vd. con apoderarse de toda la tierra; pero como yo lo hago con un barco insignificante, soy un ladrón, mientras que a Vd., que lo hace con una gran flota, lo llaman emperador.” Una vez más, nuestras grandes flotas imperiales navegan hoy - ¿pero quién es el ladrón?

Fuente: Artículo de Rebelion



1 de noviembre de 2009