Hace unos días se publicó la sentencia por la violación de una joven madrileña por parte de cinco energúmenos que se autodenominaban, o autodenominan, "la Manada". Como mujer que ha pasado por alguna experiencia similar, aunque no tan brutal, estoy consternada. Menos mal que la sociedad civil, y no sólo las mujeres, está reaccionando. Los que no se están dando por enterados son los gremios de jueces y fiscales. Con lo cual se ve que tienen razón quienes tildan de machistas y patriarcales a las instituciones, en especial la administración de justicia. Afortunadamente hay jueces y fiscales que se atreven a desmarcarse. Y no es cuestión del código penal, aunque también, como bien explica Baltasar Garzón en su artículo titulado Vergüenza.
Porque la sentencia supone una carta blanca para salidos y energúmenos. No sólo la defensa de los energúmenos de la manada, incluso un juez se atrevió a encararse con la víctima. ¿No sabrá una mujer cuándo ha sido violada? Leyendo el relato de los hechos, cualquier mujer comprende enseguida que eso fue una violación. Es incomprensible que entre los jueces hubiera una mujer. Salvo que se repitiera lo de siempre: que ella callara, por no meterse en líos. Como se sometió la víctima, al verse sola con cinco energúmenos en un sitio cerrado y alejado de cualquier testigo. Con lo cual, si una violación ya supone un ataque a la intimidad y afrenta al pudor, visto lo visto, con una ya tienes suficiente, no deseas pasar por otras tantas teniendo que recrear en tu mente el episodio para terceros que no vacilan en ponerlo en duda y cuestionarte como persona. Si tiene el suficiente coraje y la suerte suficiente como para poder demostrar la violación, resulta que si no puso en peligro su integridad física desafiando a uno, dos, tres, cuatro, cinco o sabe dios cuántos energúmenos, despacharán el asunto como si le hubieran tocado el culo en un autobús, o poco más.
Allá los jueces y los políticos. Como mujer que conoce el tema, desde los piropos hasta lo que para mí fue una violación aunque no lo denunciara y me pillara con la madurez suficiente como para no traumatizarme con el tema, pasando por tocamientos varios, obscenidades de todos los colores y agresiones sexuales (no violaciones, sino abordajes físicos con ánimos sexuales o libidinosos), pienso que el juez del voto particular necesita un psiquiatra. Porque no es un veinteañero cuya experiencia sexual se limita a la pornografía y la prostitución. Es un tío de mi misma quinta, es decir, a punto de cumplir los sesenta. Puede pensar lo que quiera, hay gente que no tiene remedio. Pero el no tener el pudor y la vergüenza de callar, e insistir en plasmar por escrito toda esa basura y encima verterla en una sentencia pública, sinceramente pienso que deberían inhabilitarlo enseguida, al menos de forma provisional y mientras no cambie de actitud. Dudo que una "formación" pueda cambiarla, ni siquiera algún tipo de "tratamiento" psicoterapéutico. En relación con los otros dos jueces, desde luego que necesitan algún tipo de "formación", no sé muy bien de qué tipo, especialmente la jueza. Sabido es que el machismo para perpetuarse ha necesitado el obligado concurso de las mujeres en forma de madres. Si un ministro del PP siente que debe desmarcarse de una sentencia de tres jueces de su misma cuerda, allá él. Que se queje la cabeza de los jueces, puesta por el PP, es bochornoso. Si hasta el partido del gobierno se da cuenta de por dónde va la sociedad, que la cabeza de los jueces no se dé por enterada es lamentable.
No sé qué estarán pensando o sintiendo los energúmenos de la manada. Ojalá que tengan un poquito de miedo. De momento dos jueces les han protegido y uno incluso los ha jaleado. Pero el sentir de la calle ha dejado claro que su conducta fue vil y miserable. Uno de los comentarios en prensa que más me ha impresionado ha sido el reconocimiento por parte de un hombre de que conductas de su pasado juvenil que le provocaron "jolgorio" en realidad fueron agresiones sexuales en toda regla, incluso violaciones.
Creo que los jueces que ahora están defendiendo la sentencia están pasando por alto una posible consecuencia indeseable: la de que sabiendo que los jueces no van a perseguir a los violadores, la gente se tome la justicia por su mano, y eso es superpeligroso: linchamientos y vendettas. Porque en una sociedad machista, como la nuestra, el padre, el marido, el hermano, el novio, pueden sentir como propia la afrenta y buscar la venganza, ya que los jueces se hacen los suecos. Y si las mujeres y las feministas estamos reclamando un código penal más adecuado a la realidad, no sólo de los hombres, sino también de las mujeres, es porque no queremos que nos defiendan o venguen "los machos de la familia", sino que sean los jueces quienes nos protejan y defiendan. Esa es su función en una democracia sensible a las realidades de hombres y mujeres, donde se protege al débil en cada momento: al pobre frente al rico, al niño frente al adulto, a la mujer frente al energúmeno, y al varón frente a la arpía.
Y acabo dejando un pequeño video para enseñar a los niños qué es el consentimiento:
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