En 2003 estuve quince días en Argentina, visitando a mis amigos del grupo de cibertraductores activistas de ZNet. Cris y Lucio por entonces participaban en un proyecto muy bonito: una cooperativa de compra directa a productores ecológicos. El movimiento de las asambleas llevaba poco más de un año, y empezaba ya a decaer, en parte porque habían ido entrando gente de partidos políticos intentando dirigirlas, y muchas acabaron deshechas. Aún así por entonces seguían celebrándose todos los sabados macroasambleas, asistí a una que ocupaba un bar abandonado en la esquina de una gran plaza ajardinada, que estaba también totalmente ocupada por decenas, si no un centenar o más de grupos de debate, intercambio, etc.
De mis amigos argentinos aprendí el concepto de "cooptación". Yo incluso conocía el término en castellano, pero del derecho societario. Pero en Argentina es otra cosa. En Argentina, o al menos para la izquierda argentina, cooptación es por ejemplo el mecanismo por el cual una/la clase dominante seduce a la gente más capaz de la clase dominada mediante cargos, empleos, puestos de confianza, etc. para así hacerla perder sus vínculos de clase. Y en nuestra partitocracia el equivalente sería renunciar a la democracia interna a cambio de conseguir parcelas de poder personal o institucional.
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